Mechoneo condensado

Los golpes en las ventanas empezaron en la hora de física, con un profe que no era, y un mechón misteriosamente demasiado interesado en la no-materia que estábamos no-viendo.
A la media hora, la puerta se semi-abrió y pasaron unas tijeras que se abrían y cerraban. En la sala, todos resignados, se sacaban los polerones sonriendo nerviosos.
Entraron, dieron un discurso sobre lo que será la semana pre-mechona. Los mechones PUC adelante, el mechón cuatro, mochilas requisadas, sin zapatillas caminando afuera de la sala. Los huevos volaban, ni hablar de las bombitas de agua rellenas con quien sabe qué, correr bajando las escaleras.
Los hombres quedaron peor de todas formas, resignados trataban de anudarse las poleras porque hacía mucho frío, demasiado. Nos hicieron subir. Luca costó recuperar las cosas.
Apenas las tuve me vine a lavar el pelo, porque no soportaba mi "dulce aroma a mechona".
Camino en el metro, un niño me mira y me pregunta si soy de beauchef, resultó que estaba haciendo la práctica y había visto un poco del mechoneo. Conversar con él me ayudó, al menos a ignorar temporalmente las "cariñosas" miradas que me dirigían, por el dulce aroma que desprendía.
Mechoneo condensado, omitiendo detalles que se perdieron en el contar y re-contar la famosa historia.

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