El día perfecto para ir al registro electoral

Sábado en la mañana, un río por calle: el día perfecto para ir al registro electoral.
- Papi...¿Por qué no tomamos otra calle?
- No, si por acá está bien, hay que ir lento, nada más, sin levantar olitas.
Minutos después, el río se hacía más grande y turbulento, en el camino nos topábamos con vivas réplicas del titanic, a lo chileno eso sí. Faltaba poco para llegar cuando mi padre, con todo el cariño del mundo, dice:
- Natalia, ¿trajiste tus botas?
- Em...¿No? ¿Por qué?
- Ya, bájate aquí
- Sí, claro, corriendo, después tú le dices a la mamá qué pasó.
El estacionamiento tenía aires de Oasis en medio de un "desierto fluvial" las "amables señoras del registro" comentaban constantemente que la lluvia había traído a la gente. Tenía ya el dedo entintado, mi firma kilométrica en los libros cuando una de las señoras me pasa la típica tarjeta de los "votantes".
-Estás en la mesa 69 de varones...no, eso está...¡espera!
Con corrector líquido, desesperada me asignó nuevamente mi mesa, esta vez de mujeres.
Luego de que mi padre intentara plastificar un billete, a navegar, otra vez.

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